18/06/2025

Un arbitraje «culposo» que hizo estallar la paciencia misionera

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En todo el país, y hasta nosotros mismos, nos califican de hinchas/espectadores fríos. Pero los árbitros tucumanos despertaron la bronca del público, jugadores y dirigentes de Crucero del Norte.

El Código Penal de la Nación dice «Un delito culposo, en derecho penal, es aquel que se comete sin intención ni voluntad de causar el daño, sino debido a negligencia, imprudencia, impericia o inobservancia de las normas o deberes a los que se está sujeto. Es decir, el autor no busca el resultado, pero lo provoca por un comportamiento descuidado o inadecuado.»

El historial del fútbol argentino, pensando en torneos nacionales (Primera División, Primera «B» Nacional o Torneo Federal «A»), en este siglo XXI ha tenido innumerables actuaciones arbitrales de flojo desempeño. Actuaciones arbitrales que pondrían a dudar a cualquiera. Pero ningunas de ellas ha dejado tanto enojo a los hinchas, jugadores y dirigencia de algún club, como lo ha sido el actuar del cuerpo arbitral del partido en el que Crucero del Norte cayó ante San Martín de Formosa.

Nadie podía pensar en la previa al pitazo inicial que los colegiados tendrían una tarde para el olvido. La amabilidad y buena predisposición de los árbitros en la previa quedaron en el olvido desde el momento que rodó el balón. 

La mala tarde arbitral comenzó con un córner en favor de Crucero del Norte, cuyo envío de González fue sancionado por el primer asistente, José Ponce, porque según él el balón hizo la comba y salió del campo de juego. En el análisis fino, ese esférico se mantuvo a raya, en el aire, pero quizás sobre la línea, nunca fue del terreno de juego.

A los 16 minutos, Canzoniero fue expulsado por un codazo a Tapia. En principio, el árbitro solo sancionó la falta, pero tras acercarse al jugador franjeado decidió sacarle la roja. Al parecer, la optó por esa tarjeta tras ver sangre en el rival. El reglamento nunca menciona que el color de la tarjeta sancionable debe ser del mismo color que el fluido de la herida del jugador que recibe una infracción.

A partir de allí, todas las sanciones fueron dudosas. Las infracciones sobre jugadores de San Martín eran pitadas con autoridad por el réferi tucumano. Además, los asistentes de líneas se empecinaron en discutir más con el cuerpo técnico colectivero y sus jugadores, que dirigir.

Tanta era la bronca en el local, que hasta el manager deportivo, Carlos Marczuk, que estaba en la zona de entrada a los vestuarios, sacó de su billetera un billetera ofreciéndoselo al árbitro, diciéndole «¡Tomá, así cobrás para nosotros!» El polaquito fue expulsado y enviado a los vestuarios.

Lo extraño era que, en las pelotas divididas, siempre era balón para la visita. Ojo, no podemos culpar al equipo visitante de aprovechar los errores arbitrales para sacar provecho, de eso está hecho el fútbol argentino. Los jugadores de San Martín solo fueron partícipes de estos «señores jueces».

La mala actuación de los árbitros fue tal, que al final del partido se retiraron del campo de juego protegidos por los miembros de infantería ante los escupitajos y elementos que cayeron desde la platea contra ellos. Y no solo eso. en su intento de entrar a los vestuarios, los jugadores de Crucero fueron a increparlos. Por ello se produjo un forcejeo entre los miembros de la policía y los jugadores, que tuvo su pico máximo de tensión cuando uno de los efectivos, en un acto reflejo, alzó su mano derecha sobre su arma (una escopeta) hasta media altura, hecho captado por las cámaras de los periodistas que estaban filmando el momento. Eso exaltó, principalmente, al arquero Colli que gritaba «¡Tené cuidado con lo que vas a hacer! Otro oficial tenía en su mano derecha el gas lacrimógeno como listo para usarlo.

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Ese momento de tensión duró algunos minutos. No podemos culpar a los efectivos de infantería, que realizaron su trabajo: cuidar al cuarto arbitral, para eso les pagan. Pero por la negligencia de los árbitros, porque este medio (o al menos este periodista) reúsa creer que la mala actuación fue deliberada, casi fueron protagonistas de una bochornoso y lamentable hecho.

En ese escenario se hizo presente también el ex presidente y fundador del club, Julio Koropeski, quien reclamó a los árbitros y hasta los acusó de haber sido compartido noches en el casino de Formosa con directivos del club visitante. «Nunca nos nos robaron como lo hicieron ustedes», fue uno de sus gritos.

Lo peor vendría después
Los hinchas del colectivero y los miembros de la «barra brava» esperaron la salida del árbitro, que se retrasó por casi una hora. En la zona de la salida de vestuarios, debajo del sector de planea (en el pasillo de entrada), el clima era tenso y de muchos gritos y reclamos. 

En un descuido de los policías, un grupo de barras ingresó a un pasillo por el cual se accede desde las escaleras que llevan a la zona de albergues, quedando a solo un muro de ladrillos huecos del vestuario de los árbitros. Desde afuera se escuchaban los golpes para romper la pared y llegar a los colegiados. La policía tuvo que custodiar a los árbitros en el vestuario mismo ante esa posibilidad de invasión.

Por casi una hora, la zona se fue poblando de policías, que llegaban para custodiar a los árbitros en su salida y al plantel de San Martín, que terminaron esperando para irse por la presencia de hinchas enfurecidos a la salida de sus vestuario.

Tras algunas negociaciones, si se puede llamar así al diálogo entre el «jefecito» de la barra y la policía, estos se retiraron del estadio. Claro, primero con la intensión de dañar el colectivo que debía llevar al staff visitante. Pero, afortunadamente, la alta presencia policial a la afuera del estadio lo inclinó por elegir marcharse.

Para el retiro de los árbitros, se realizó un corte de luz, dejando a oscuras la zona. Los árbitros se fueron cubiertos por miembros de infantería, como huyendo. Huyendo, agachados y en la oscuridad.

La huida, llamémosla así, se dio en la camioneta de la infantería, que tenía las cuatro gomas pinchadas momentos antes por los barras colectiveros.

Son muchos los árbitros que no tienen una buena actuación cuando vienen a Misiones. Muchos se van insultados y hasta escupidos, pero todo termina y se olvida cuando ellos se meten a los vestuarios. Eso no ocurrió en esta ocasión. El evidente favoritismo en sus decisiones para con el equipo visitante fue muy clara. Pensemos que lo hicieron de pésimos árbitros que sol, y que sin querer queriendo perjudicaron al colectivero.

Insistimos desde este medio con el Sin querer queriendo, ya que si las acusaciones de Koropeski de una posible soborno para que actúen así es remotamente real, el fútbol estará perdido (como si no lo estuviera, pensemos al menos eso). El hincha colectivero se viene bancando años de un equipo que nos juega, que gana dos o tres partidos con merecimiento en un año y zafa del descenso en el tramo final, vive un eterno sufrimiento. Ahora, se suma el mal arbitraje, la gota que colmó el vaso de todos.

Foto: Captura de TV.
Firma: Cristian «Garupá» Silva, el pelado de MetaGoles.


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